miércoles, 7 de septiembre de 2011

Artículo final sobre el sindicalismo en España (más ameno y breve)




Qué sorpresa llevamos en el cuerpo desde Mayo, ¡olas de indignación se agitan y convulsionan sociedades desde todas las partes del globo! La gente parece haber despertado y con ello una nueva sed de conocimientos, ánsia de saber cómo deberían ser las cosas y qué medidas se deberían tomar para vivir en un mundo más sostenible, justo y armonioso, sin tantas distancias entre las personas ni barreras que impidan el derecho de vivir dignamente. 

Vivimos una situación que ya se hace insostenible: élites blindadas especulando con alimentos, agricultura extensiva, empresas transnacionales provocando la precariedad laboral siguiendo el principal lema capitalista: “máximo beneficio al mínimo rendimiento”, ¡no puede ser normal que los vasos vengan de Brasil y que las locutoras de telefónica nos respondan desde latinoamérica!... todo efectos de la maldita globalización y de la economía política, aunque más que de ellas, de la incosciencia social que se tiene a la hora de gestionar los recursos que obtenemos.

Estoy contenta y como muchos pienso ¡Ya era hora!, y por eso he creído necesario tratar el tema del sindicalismo, porque sin planteárnoslo, una gran fuerza sindical es capaz de transformar la política de un país, poniéndola realmente al servicio de los ciudadanos y sin castigar tanto el gasto público como lo hacen los gobiernos de nuestro país.

Sindicato y Patronal son palabras conocidas por todos, ahora bien ¿es real la imagen que tenemos en mente sobre su significado? ¿Hasta qué punto afecta la fuerza o debilidad del sindicalismo en la política de un país? ¿Puede éste ser una fuerza positiva y necesaria para la democracia? Comúnmente vemos cómo sus representantes españoles salen en prensa o televisión pero no acabamos de adivinar qué es exactamente lo que hacen y a qué se dedican (me refiero, por supuesto, a los sindicatos mayoritarios y/o subvencionados).

La idea de que los sindicatos están ahí para proteger los derechos de los trabajadores, debatir acuerdos con los empresarios e interponerse entre las medidas laborales que propone el gobierno es, en teoría, una realidad. Y digo en teoría porque los resultados de la práctica dependen mucho de cómo se utilice la fuerza sindical.

En este artículo se va a ofrecer un breve análisis sobre el sindicalismo en España y veremos hasta qué punto es importante para fomentar las políticas sociales y por ende, de los ciudadanos.

Según la RAE, un sindicato es:

1.m.Asociación de trabajadores constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros.


Entonces, ¿qué es lo que falla?

La mayoría de nosotros (y es una costumbre que debemos evitar), solemos hacernos ideas preconcebidas de cómo són o funcionan las cosas a partir de un esquema simplificado de datos. O lo que es lo mismo: "Yo con pocas definiciones/opiniones me conformo", o “eso pasa en todas partes por igual y desde siempre, es lo normal”. Lo que no tenemos en cuenta es que al igual que la putería de la letra pequeña al pedir la hipoteca, muchos temas tediosos o dados por supuestos en la vida diaria tienen poco que ver con lo que realmente 
creémos que deberían ser.



En el caso de los sindicatos no podemos darnos el lujo de dar por hecho el papel real que ejercen en España, pues expertos en diferentes campos (sociología, política, historia) afirman que sus agentes sociales no ejercen ninguna competencia que pueda ayudar a cambiar el curso político del país en favor de los ciudadanos. Debemos tener en cuenta que, a diferencia de en otros países donde sí funciona el sindicalismo como en Suecia o Noruega (donde la afiliación supera el 80% y por lo tanto, son los ciudadanos los que deciden sus leyes), el sindicalismo en España no tiene prácticamente afiliados (menos de un 5%) y lo que es más relevante, se creó en condiciones muy distintas.

Muchos no estábamos y otros no se acuerdan, pero basta con saber que fue justo después de una dictadura, durante la transición, cuando se crearon los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Sus normativas se establecieron con efectos en principio temporales y como causa de la situación política a la que el país se enfrentaba. Había vuelto a resurgir la izquierda con toda su fuerza y eso espantó al rey y a los gobernantes de la época, que vieron posible el hecho de que por las circunstancias dadas en los últimos años, ésta se podía radicalizar.


 El sindicalismo tal y como estaba estipulado debía cambiarse tras pasar esta fase, en cuanto se estabilizase la situación política del país. En cambio, los principales sindicatos se establecieron creando relaciones de dependencia de recursos frente al estado en motivo de subvenciones, locales públicos, sueldos y demás gastos que, por conveniencia interna, nunca más se volvieron a replantear. Esta dependencia de recursos se han ido perpetuando por inercia a lo largo de los años gracias a su propaganda en los medios, la foto de costumbre y la publicación de estadísticas favorables que se achacaban falsamente a sus funciones a partir de lo que en sociología se le llama “mito de racionalización”.

Una de las causas por las que el sindicalismo no tiene efecto en nuestras políticas son las dos premisas básicas para que se dé la real eficacia sindical en cualquier país: la primera, cualquier sindicato debe de ser totalmente independiente del gobierno para poder actuar como representante REAL de los ciudadanos y así ofrecer presión como intermediario entre éstos y las medidas que pretenda adoptar el gobierno, y la segunda, que deben tener una alta afiliación por parte de la población de dicho país, representar a la totalidad de los ciudadanos en armonía como si formaran parte de una sola institución y sin conflictos internos (algunos conoceremos las tensiones de UGT y CCOO), pues esa es su principal premisa.

Como colofón, las cúpulas sindicales no tiene relación ninguna con sus bases ni con los comités de empresa, que serían los representantes más cercanos a los trabajadores, impidiendo este hecho la organización eficaz para llegado el caso, poder tomar medidas.

No nos engañemos, en el caso de España los sindicatos actualmente están secuestrados. Pues a parte de ofrecer estadísticas y convocar huelgas, no tienen poder real para parar la aprobación o modificación de nuevas leyes o exigir referéndums, hechos que en otros países forman parte del sistema rutinario. No se les tiene en cuenta a la hora de la toma de decisiones importantes dado que no son independientes del gobierno y por lo tanto, no pueden pactar como fuerza intermediaria.

Por muy buena que sea nuestra intención participativa, apoyándolos estamos contribuyendo a que esa dependencia continúe perpetuándose.

Con esto he querido decir que es MUY IMPORTANTE solucionar este problema cuanto antes y sanear el sindicalismo español, pues de funcionar, sería la única fuerza institutiva con base legal que tiene el pueblo para reclamar sus derechos civiles y por lo tanto, de conseguir realmente políticas sociales tal y como sucede en otros países donde existen sistemas sindicales más sanos. ¡Investiga y compruébalo tu mism@!

1 comentario:

  1. Me alegra descubrir blogs como este en los que se trata temas tan importantes y que por otra parte yo desconocía completamente como seguramente muchas otras personas que le deberían estar al tanto. Es genial que estos artículos puedan tener la máxima difusión entre la gente en todos los medios posibles. Además el tono de la autora, es sencillo y con un toque de humor muy interesante.

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