miércoles, 27 de julio de 2011

La cara oscura de los sindicatos españoles (2ª parte)

¿Porqué consigue tan poco la concertación social?

Los análisis de los proceso de concertación social en Europa durante las últimas décadas del siglo XX sostienen que su éxito depende de la capacidad de las organizaciones patronales y sindicales para llevar a la práctica los compromisas adquiridos. Dicha capacidad parece ser mayor cuando, primero, estas oganizaciones ejercen un cuasimonopolio como representantes de los empresarios o trabajadores y, segundo, hay un alto grado de articulación en los procesos de toma de decisiones (o sea, cuando a través de procedimientos democráticos, los líderes consiguen el respaldo de sus bases a los acuerdos alcanzados).

Si observamos el contexto español, vemos que ninguno de estos requisitos parece cumplirse. Respecto al monopolio representativo, el movimiento sindical español se caracteriza por la competencia entre CCOO y UGT (además de otras organizaciones con una presencia menor) en la representación de los trabajadores. Esto significa que cualquier desacuerdo entre las cúpulas de las dos organizaciones puede mermar incluso para los procesos de concertación social.

Y si bien es cierto que el estado reconoce a la CEOE un monopolio representativo sobre los empresarios, no hay ningún dato público sobre las tasas de afiliación a la patronal, y es notorio el débil respaldo que tiene esta organización entre muchos sectores del empresariado.

El dudoso representativo de la CEOE genera importantes retos para la coordinación entre la cúpula y su base. Las patronales intersectoriales del norte y centro de europa trabajan estrechamente con las organizaciones sociales y las empresas más impotantes de cada sector para alcanzar acuerdos sobre las políticas salariaes e industriales, sus necesidades formativas y sus prioridades en cuestiones relacionadas con las normativas laborales y regulatorias, lo que sirve para profundizar en el diálogo social con los sindicatos y los gobiernos.

La CEOE en cambio, dificilmente puede formular reivindicaciones que vayan más allá de ciertos mínimos porque carece de información detallada sobre las necesidades competitivas de los empresarios en su conjunto. Puede disfrutar de un monopolio representativo en sentido formal, pero su capacidad de consensuar y, así, representar intereses es relativamente limitada.

En el caso de los trabajadores, los problemas de coordinación son aún más graves. Un sindicato puede paticipar en el diálogo social a nivel estatal cuando ha conseguido, como mínimo el 10% de los delegados sindicales a nivel nacional. Sin embargo, los comités de empresa formados por estos delegados son legalmente independientes de los sindicatos y pueden negociar acuerdos sobre muchas materias (como los salarios) en contra de las directrices de los sindicatos. Por lo tanto, los miembros de lso comités de empresa suelen ser más sensibles a las prioridades de los trabajadores en el centro de trabajo que las cúpulas sindicales; esto es, representan a sus compañeros antes que a los sindicatos bajo cuyas siglas ganaron las elecciones.


¿Cómo es, entonces, que no han pdido superar estas limitaciones?

La teoría de dependencia de recursos nos ofrece una espuesta a esta pregunta. Según esta teoría, las organizaciones tienen como primer objetivo sobrevivir, lo que les obliga a buscar recursos necesarios que les permita hacerlo. Esta búsqueda genera dependencias respecto a otras entidades según la importancia de los recursos que estas últimas brindan, y cuanto más dificil es conseguir este recurso por otro medio, tanto más dependencia hay por parte de la primera oganización respecto a la otra.

En el caso español, tanto los sindicatos como la patronal dependen de recursos materiales e institucionales del estado par SOBREVIVIR. Las tasas de afiliación de estas organizciones son muy bajas y también lo son las cuotas que recaudan de sus afiliados. Como consecuencia, su capacidad para mantener sus estructuras burocráticas depende en gran medida de las subvenciones directas e indirectas que reciben del Estado (cesiones de propiedades inmobiliarias, control sobre fondos europeos y españoles para la formación contínua, etc.).

El Estado ofrece estas ayudas al reconocer a estas organizaciones como las “más representativas”, lo que les garantiza ciertos privilegios instituciones importantes, como el poder de negociar la gran mayoría de los convenios colectivos, sectoriales y su participación en el diálogo social.

Esta dependencia de las organizaciones “mas representativas” respecto al estado genera una dependencia paralela respecto a sus bases, de la que no han sido capaces de desprenderse. Tal y como explicamos, los sindicatos consiguen el recurso primordial de reconocimiento oficial gracias al número de candidatos “suyos” que consiguen ganar las elecciones periodicas para los comités de empresa. Sin embargo, dada la independencia legal de los comités respecto a los sindicatos, los delegados no deben sus cargos al sindicato sinó a sus compañeros, por lo que suelen hacer oidos sordos al sindicato cuando sus directrices van en contra de la voluntad de estos.

De la misma forma aunque la CEOE nunca haya tenido que avalar con datos su estatus oficial de la organización más representativa, sus dirigentes deben proceder con mucha cautela a la hora de neutralizar posibles resisencias de sus afiliados para hacer respetar los acuerdos alcanzados con los sindicatos, puesto que, de otro modo, los empresarios insatisfechos podrían crear organizaciones patronales alternativas y poner en cuestión el estatus oficial actual de la CEOE como la organización que monopoliza la representación de los intereses de los empresarios.

Vale la pena apuntar que estas dependencias surgieron gracias a la debilidad del tejido organizativo de la sociedad española después d 40 años de dictadura. Recordemos que la transición a la democracia tuvo luvar en medio de una grave crisis económica que provocó un alto conflicto laboral. Dada la debilidad organizativa de los sindicatos y la patronal en aquél entonces, fue imposible conseguir datos fiables sobre sus tasas de afiliación, por lo que el gobierno de la UCD accedió al recurso del reconocimiento oficial como organizaciones más representativas para intentar consensuar con aquellas salidas para paliar la crisis. Este reconocimiento, considerado en su momento como un paso transitorio, dio lugar enseguida a las dependencias de recursos que hemos descrito aquí, dependencias que hasta la fecha han imposibilitado una mayor autonomía de estas organizaciones, y así, una concertación social más eficaz.

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